No sé si será fruto de la aprehensión, pero desde hace tiempo he empezado a tener digestiones mucho más complicadas, yo que era como un roble, no me hacía daño ni una enchilada. Unos dicen que es la vejez, otros el estrés, y otros que a lo mejor estoy desarrollando alguna intolerancia. En mi familia hay bastantes casos de diferentes alergias e intolerancias alimenticias así que todo es posible.
En este sentido y quizás como consecuencia del lobby anti-leche cada vez más potente en países como España, empecé a creer que la leche era una de las causas de que me sintiera mal en algunas ocasiones. No es que yo sea un gran consumidor de leche pero me gusta de vez en cuando: ya sea con café, con chocolate o incluso sola. Desde hace muchos años suelo tomar leche desnatada, porque se supone que tiene menos grasa, aunque no está del todo claro que sea más sana que la entera: de hecho, a los niños se les recomienda la leche entera.
De cualquier forma, yo dejé la leche un tiempo y me pasé a las bebidas vegetales pero esto solo duró unas pocas semanas porque lo de la leche de soja no es para mí. Así que me planteé otra pregunta: leche con lactosa o sin lactosa. Y me decidí a probar una temporada la leche sin lactosa. No tenía ninguna razón médica para hacerlo puesto que no hay evidencias de que tenga intolerancia a la lactosa pero me dejé llevar un poco por la publicidad.
No sé si sería sugestión o qué pero tras estar una temporada tomando leche sin lactosa comencé a sentirme mejor o al menos a no tener tantos problemas digestivos. Aun no me hecho pruebas pero, de momento, entre la leche con lactosa o sin lactosa me quedo con la segunda. Es cierto que es más dulce y en algunos casos un poco más cara, pero a mí me gusta y me va bien. Lo que demuestra que siempre es bueno probar cosas nuevas si uno ve que lo de siempre no funciona.