Cada año que pasa me siento más identificado con el verano, es mi época preferida del año. No siempre fue así ya que en mi niñez me sentía mejor en invierno, me gustaba el frío, la Navidad, y esperaba cada diciembre que cayera alguna nevada, aunque pocas veces se cumplían mis deseos en este sentido. Supongo que era el raro de mis amigos que estaban deseando la playa y la piscina de verano, pero a mí no me motivaba tanto.
La cuestión es que con el paso de los años me he ido “enfriando” y cada vez me gusta menos la meteorología invernal… y más la estival. Y ahora que llega la lluvia y el frío, más echo de menos el verano. Porque mis veranos ahora son distintos. Cuando era un niño iba “obligado” al pueblo y yo prefería estar en la ciudad. Ahora que soy “mayor” decido dónde quiero pasar el verano y mi familia suele hacerme caso ya que suelo tener buen ojo.
Porque me gusta cambiar cada verano, si es posible y hay ahorros suficientes: siempre conocer un nuevo destino. Y este pasado verano tiramos la casa por la ventana en un apartamento espectacular en la Costa del Sol, con su piscina privada y su enorme terraza con sombrilla playa ezpeleta. Sé que nos pasamos un poco con el gasto, pero todos en la familia coincidimos en que nos merecíamos un verano en condiciones después de dos veranos un poco raros en los que no fuimos a ninguna parte por el tema del virus.
Supongo que a otras familias les pasaría lo mismo que a nosotros. Teníamos ganas ya de salir de casa y disfrutar un poco de la vida. Y como tampoco queríamos ir muy lejos decidimos ir a Alicante, pero elevando un poco el nivel. Supongo que nunca volveremos a un apartamento como ese, en primera línea de playa, pero contando con una terraza grande con vistas impresionantes desde la que también se podía tomar el sol protegidos por la sombrilla playa ezpeleta. Así que ahora, en pleno invierno, con la lluvia eterna en la ciudad, recuerdo mi último verano con nostalgia.