Mi mujer me comentó el otro día que le iba a decir a su madre que le comprara unos zapatos al niño. Llamadme raro, pero no me gusta que otras personas nos compren cosas para el niño, si lo podemos comprar nosotros. ¿Por qué?
Lo primero es que los padres siempre vamos a saber mejor que nadie lo que necesita/le gusta al niño. Lo segundo es que algunas suegras exigen que sus regalos sean usados, sí o sí. Es decir, no te lo dicen directamente, pero se enfurruñan si no usamos lo que han comprado. Y no entienden, muchas de ellas, que con la ropa del niño se combinan diferentes condicionantes que hacen que, a veces, determinada prenda de ropa no pueda ser usada, no porque lo haya comprado la suegra y yo quiera ningunearla, sino porque le molesta, no le gusta, no le queda bien, etc.
Mientras mi mujer veía zapaterias infantiles online yo trataba de explicarle que era mejor que nosotros mismos comprásemos los zapatos. Está en una fase en la que todavía no anda, por lo que los zapatos no son estrictamente necesarios, al menos que los ponga siempre. Además, por experiencia sabemos que mucho calzado le molesta (debemos tener tres pares de zapatillas que no hemos sido capaces de que use). Así que yo consideraba que lo mejor es que la ropa, sobre todo las prendas más delicadas como los zapatos, las compremos nosotros.
¿Qué pasó al final? Nadie me hizo ni caso. Mi mujer me enseñó por WhatsApp lo que había comprado su madre. Aunque su hija insistió en que quería unos determinados zapatos que le había enseñado en unas zapaterias infantiles online, ella fue a unos grandes almacenes y compró lo que le apeteció. Y de propina un par de chaquetas ahora que se acaba el invierno y no las va a poder usar jamás porque el invierno que viene habrá crecido.
Digo esto de mi suegra pero lo podría decir también de mi madre, lo que pasa es que con mi madre tengo confianza y la puedo ‘reñir’: mamá, no tires el dinero, pregúntame primero… Pero si le digo a la suegra algo, tormenta de aparato eléctrico…