Había terminado de estudiar derecho, pero no tenía ningún entusiasmo por ejercer. Empecé esa carrera por tradición familiar pero lo que a mí me gustaba era la moda. Así que hice el petate y estudié dos años de diseño de moda. No tardé mucho en empezar a trabajar en el sector de la zapatería, el que más me atraía.
Todo iba demasiado rápido y me encontré abriendo mi propia tienda en la que también vendería algunos diseños propios. Pero aquella aventura terminó demasiado pronto porque nos cogió la crisis de frente. Y así estuve unos años fuera del negocio de la moda, aprovechando mi formación en derecho. Pero me seguía picando el gusanillo, y me dije que lo iba a volver a intentar. Y aquí me encuentro, poniendo los últimos mimbres de mi sueño en dos partes.
Pero en esta ocasión lo haré todo un poco más modesto, al menos para empezar. En vez de tienda tengo un showroom y vendo sobre todo por internet. Pese a ello, me he vuelto a currar mucho la imagen con un logo nuevo para la firma que decora tanto el showroom como los complementos. De mis antiguos colaboradores he aprovechado para ponerme en contacto con el fabricante de Papel retorcido que me ayudaba con las bolsas de papel. Porque una cosa es ser modesta y otra no ser detallista.
Recuerdo que cuando abrí la zapatería por primera vez puse tanto empeño en la colección que dejé algunas cosas un poco al azar. La parte económica no la trabajé como debería haberlo hecho y, poco a poco, me fui metiendo en algo que era insostenible. Y es que todo cuenta cuando abres un negocio, desde el coste de las bolsas del fabricante de Papel retorcido hasta los sofás que decoran la tienda.
Espero que esta ocasión sea diferente. Sé que la situación vuelve a estar difícil, pero por eso he apostado de forma directa por la venta usando canales digitales al margen de la muestra que tendré periódicamente en el showroom. Confío que esta vez mi sueño fructifique de verdad.