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Por qué las verduras congeladas son tan beneficiosas como las frescas

Con cerca de dos siglos de historia, la congelación de frutas y verduras es una de las prácticas más extendidas en la industria alimentaria. Una de sus ventajas más evidentes es la ausencia de temporalidad, lo que permite consumir  judías, zanahorias o berenjenas durante los 12 meses del año, sin necesidad de «estar en temporada» para ponerlas en el plato.

 

Con independencia del distribuidor de verduras congeladas elegido, los alimentos preservados a bajas temperaturas conservan su valor nutricional. Sus aportes en vitaminas y minerales se mantienen prácticamente al 100%. Es cierto que se produce una pérdida, pero resulta mínima gracias a la ralentización de su deterioro por la acción del frío. Cuando han sido adquiridos, además, pueden preservarse durante meses a 18 grados bajo cero en cualquier congelador doméstico.

 

Además, la ultracongelación no sólo detiene la degradación de los alimentos, sino que además frena la aparición de patógenos y bacterias. Son completamente saludables, pues aunque determinadas frutas y verduras emplean conservantes, su cantidad es mínima y su uso se debe a necesidades estéticas, pues las patatas y otros alimentos alteran su color tras su descongelación. Por consiguiente, estos químicos no alteran el sabor, sino la presentación del producto en cuestión.

 

Por otra parte, existe un mito muy extendido en la sociedad española: la compra de alimentos congelados acarrea un mayor desperdicio de recursos. Esta falacia es insostenible para cualquier consumidor familiarizado con las frutas y verduras congeladas, que normalmente se comercializan sin piel ni cáscara, para agilizar los preparados culinarios. En otras palabras, comprar verduras congeladas maximiza el aprovechamiento de los alimentos.

 

Del punto anterior se deduce lo siguiente: que los productos congelados agregan comodidad al proceso de preparación y facilitan muchas de las tareas culinarias, como el troceado de verduras, inexistente en muchos casos, pues la empresa suministradora comercializa el alimento ya troceado.

Publicado en Alimentación