Actualmente, hay un debate en la sociedad sobre si se está pagando el justo valor de algunas cosas que consumimos a diario. Se trata de productos que nos hemos acostumbrado a ver en los supermercados a precios muy bajos, pero en ocasiones estos precios son a costa de la calidad del producto o incluso de las condiciones de un sector de trabajadores.
Uno de los ejemplos más claros lo tenemos en la leche y en las guerras de precios. Hasta hace poco era política habitual de muchos supermercados vender la leche incluso por debajo de su precio de coste para así, atraer a la gente y lograr que no compraran solo la leche, sino que se llevaran el carro completo.
Estos precios tan bajos obligan a otras marcas a tener que bajar sus precios para poder competir, ya que el consumidor no entiende por qué tiene que pagar más por algo que puede conseguir por tan poco. Raramente se preguntan qué ocurre detrás de estas guerras de precios. Y lo que ocurre es que muchos ganaderos acaban teniendo que vender su leche por debajo de precio de coste, algo que no debería de ser posible.
Hombres y mujeres que han trabajado duro por sacar adelante su ganado y la leche se ven en la ruina debido a los bajos precios que algunas empresas pagan por la leche para poder comercializarla al precio final que reclama el consumidor. Solo quedan dos caminos: cerrar el negocio o recortar gastos dándoles a los animales peor alimentación y ofreciendo una leche también peor en calidad para poder conseguir una rentabilidad.
Cuando por ejemplo hablamos de Leche asturiana precio y calidad están en claro equilibrio. Marcas de primera línea han rebajado sus precios durante la crisis, pero siempre garantizando la misma calidad al consumidor y también precios justos para los ganaderos que son los que se encargan de la producción. El producto final que llega al consumidor tiene unos estándares garantizados y sabe que va a tomar la mejor leche, por eso no le importa pagar el precio justo por ella.
Esto mismo ocurre también en otros sectores en los que incluso se están llevando a cabo campañas de comercio justo en las que los productores venden directamente a los supermercados sus productos a través de cooperativas para poder evitar las altas comisiones de los intermediarios y llevarse lo que les corresponde por su trabajo.