Los conflictos en las comunidades de propietarios de los pisos son el mayor ejemplo de que el ser humano no ha evolucionado tanto como parece. Ponemos el grito en el cielo (y casi siempre con razón) con respecto a los desmanes de los gobiernos pero no somos capaces de ponernos de acuerdo para resolver cuestiones tan prosaicas como el uso de los elementos comunitarios de una urbanización o los costes comunes de una reforma piso.
“Fulano usa una zona común para aparcar las bicicletas”, “los niños corren por las zonas comunes como si fuera un parque”, “Mengano se niega a pagar el ascensor porque vive en el bajo y no lo va a usar”. Frases como esta pueden escucharse día sí y día también en las reuniones de las comunidades de propietarios. Algunas series de televisión han sabido aprovechar este filón para construir sus guiones de comedia.
Y es que en las comunidades de propietarios hay mucha comedia y mucha bilis. A veces, podría recordar a un campo de fútbol que reúne cada domingo a miles de personas para disfrutar del partido de su equipo favorito pero que es aprovechado por buena parte de esos espectadores para insultar y gritar improperios varios con total impunidad. Es verdad que los asistentes a una reunión de la comunidad de vecinos se cortan un poco más que en el fútbol, pero no mucho más…
Las rehabilitaciones son uno de los grandes quebraderos de cabeza de las comunidades de propietarios de inmuebles. Ya sea una reforma piso en zona común o la obra para mejorar el ascensor, siempre depara reacciones diversas. Y es normal. Para empezar no todos los vecinos tienen la misma situación económica, pero según la ley, todos los vecinos deben pagar a partes iguales la obra en una zona común siempre que sea aprobada por la mayoría de la comunidad.
Así, por ejemplo, en el caso del ascensor, hay vecinos que se niegan a pagar esta obra para colocar un ascensor arguyendo que viven en el bajo o en el primero y que no lo van usar. Aunque tenga lógica, la ley está de su contra: toca pagar aunque no lo uses.