Mi vida ha sido moderadamente feliz y no tengo nada de lo que arrepentirme. Mis padres me dieron todas las facilidades que pudieron para que estudiara pero nunca fue lo mío, así que empecé a trabajar desde bien jovencita. Eso sí, soy una persona muy trabajadora, así que siempre lo he afrontado con profesionalidad, independientemente de la calidad del trabajo.
Pero hubo un momento en mi vida que todo cambió. Me convertí en madre soltera y me quedé sin trabajo. Dejé la ciudad y me volví al pueblo. Entonces entré en contacto con unos viejos amigos del colegio que habían dado forma a una explotación ganadera innovadora. Se trataba de lograr una explotación sostenible que respetase los criterios del bienestar animal, pero siempre sin perder de vista el objetivo comercial.
En la empresa necesitaban personal, y yo necesitaba trabajo. Poco sabía yo de vacas a pesar de haberme criado en aquel pueblo pero, como digo, soy una persona muy tenaz y me gusta aprender cosas nuevas. Pero había algo más importante que me terminó por convencer: aquella gente quería hacer negocio por el “buen camino”, algo que pocas veces había visto en mis anteriores empleos.
En la época en la que empecé a laborar con ellos, estaban trabajando en Productos lácteos certificado ecológico europeo. Se trataba de un doble objetivo. Por un lado, con ese certificado iban a lograr un premio a sus esfuerzos: si una exigente certificación como la europea legitimaba la explotación era evidente que íbamos por buen camino. Pero además se trataba de un objetivo comercial indispensable. Si queríamos entrar en el canal de venta de productos ecológicos, sin ese certificado no íbamos a ningún lado.
Cuando por fin nos dieron la noticia de que el proceso de cría de nuestros animales respetaba las leyes europeas más exigentes, varios productores lácteos de primer nivel empezaron a interesarse por nuestra materia prima. Los Productos lácteos certificado ecológico europeo son más caros porque cuesta más producirlos, pero también garantizan una mayor calidad.
Así fue como reconduje mi carrera laboral hacia un sector en el que nunca pensé que podía trabajar. Me reconvertí en una mujer rural trabajadora, y tan feliz.