Todos solemos empezar el año con objetivos a cumplir, aunque muchos de ellos terminen no saliendo como esperábamos. Pero es que una cosa es dejar de fumar y otra tratar de optimizar el espacio de trabajo. Yo he apostado por la segunda opción para ese año que comienza. Lo haré tratando de mejorar tanto el apartado tecnológico como la ergonomía y el mobiliario.
Durante estos años, nunca he prestado mucha atención al espacio de trabajo. Comencé trabajando en la mesa del salón, un lugar no muy apto para trabajar porque apenas había sitio para colocar mis equipos informaticos, pero cuando no hay otra cosa, hay que conformarse con lo que hay. Tal vez el hecho de haberme curtido bien en espacios angostos y poco propicios para el trabajo me ha hecho bastante adaptable a todo. Desde que tuve mi propio espacio en la casa, no presté demasiada atención a buscar algo más: ya me parecía un sueño tener un despacho.
Pero como siempre se puede mejorar, vamos a apostar por cambiar cosas ahora que la vida se ha tornado cada vez más de ‘interior’. Sobre los equipos informáticos no tengo demasiada queja. Compré uno recientemente bastante avanzado que me da todo lo necesario para llevar el trabajo de la mejor forma posible. Como no soy un especialista, lo más importante para mí a nivel tecnológico es que no se interponga en mi camino, no me retrase en mis tareas diarias. Por eso, lo que más valoro es la fiabilidad.
Y por eso me molestó tanto cuando una lámpara LED bastante cara empezó a hacer un ruidito insoportable. Al principio fue pasajero y luego ya comenzó a sonar siempre que estaba encendida. La arrojé a la basura y busqué una lámpara tradicional de esas que si se funde la bombilla compras otra bombilla, no que tengas que tirar todo el aparato a la basura.
Pero además de la lámpara, tengo en mente bastantes cambios para hacer el espacio de trabajo algo más amable y confortable, además de intentar comprar algunos periféricos nuevos que se adapten a mi ordenador, del cual sí estoy muy contento por su fiabilidad.