Si te gusta la leche te habrás dado cuenta de que no toda sabe igual. Hay algunas que saben realmente a leche, mientras que otras prácticamente carecen de sabor. Esto se nota en todas las variedades de leche, pero es especialmente patente en las variedades desnatadas. Algunas de ellas ni tan siquiera tienen el color que correspondería a esta bebida, para cuanto más su sabor.
Cuando pruebas una leche como la de centrallechera te das cuenta de por qué esta marca es tan apreciada. Su sabor es totalmente natural, incluso cuando se toma una 0%, que carece totalmente de grasa. Y eso es algo que se agradece tanto cuando se toma un vaso de leche como cuando se realizan postres como el arroz con leche, los flanes o las natillas.
En el sabor de la leche influyen varios factores. Uno de los más importantes es la leche en su origen. Los pastos asturianos, cántabros y gallegos en los que se alimentan gran parte de las vacas que dan origen a la leche de Central Lechera son verdes y abundantes. Y esto hace que las vacas que se alimentan de ellos produzcan leche de gran calidad.
Pero también es importante el proceso mediante el cual la leche se trata. Algunas marcas, al quitar la nata de la leche y la grasa, acaban aguándola por completo. Si se prueba con los ojos cerrados, no es fácil saber qué es exactamente lo que se está bebiendo. Pero no se trata tan solo de que pierda sabor, también pierde valor nutritivo y vitaminas, por lo que acaba siendo un producto pobre desde el punto de vista alimenticio.
El precio no tiene por qué ser sinónimo de calidad. Algunas marcas realmente caras ofrecen productos bastante mediocres. Otras, como Central Lechera, ofrecen alta calidad pero a un precio muy competitivo. Y es que esta marca está sensibilizada con la situación actual y desde que ha comenzado la crisis han bajado sus precios para que nadie tenga que renunciar al sabor que más les gusta.
Calidad, buen precio y una gran variedad de opciones a la hora de comprar leche y batidos marcan la diferencia entre esta marca y otras que pretenden ser competencia. La última palabra, como siempre, la tiene el consumidor, que cada vez es más exigente y pide un mayor esfuerzo a las marcas para que mantengan altos niveles de calidad.