Soy un apasionado de la bicicleta, pero un caso bastante especial porque no salgo tanto a rodar como podría parecer. Vendría a ser como el futbolero que luego no acierta a meter un gol a portería vacía: me gusta mucho ver ciclismo, pero no tanto salir a andar en bicicleta. En ello influye el hecho de que vivo en una ciudad muy poco ‘bike friendly’ y que le tengo pánico a los coches.
Pero además del propio deporte, me interesa mucho la mecánica y no suelo faltar a ninguna feria. Estamos en un momento muy dulce para las compañías fabricantes y distribuidoras gracias al enorme boom del mercado de la bici, así que una feria es el escenario ideal para comprobar los avances que se están produciendo en este sector.
Una de las cosas que me gusta mucho de las ferias es la cantidad de material que se ofrecen en los expositores publicitarios. Las marcas no ahorran medios a la hora de anunciar sus productos y ofrecen a los usuarios muchos catálogos en los que aparecen las últimas bicicletas y las tecnologías de última generación. Suelo ir cargado con una buena mochila en la que voy metiendo todos los catálogos y material publicitario interesante.
Es verdad que en estos catálogos siempre se ensalzan las tecnologías y las bicicletas que ponen cada marca en el mercado, por lo que a veces sí que echo en falta más informes independientes en estas ferias. Pero bueno, se supone que para eso ya están las revistas que hacen análisis concienzudos casi de cada producto que sale al mercado. De cualquier forma, yo disfruto paseándome entre los stands de las diferentes marcas y tomando los catálogos de los expositores publicitarios.
De vez en cuando, algún vendedor o representante se acerca a mí por si tengo dudas y me gusta preguntar cosas, sobre todo sobre la mecánica ya que por mi trabajo como ingeniero también me interesa mucho. Y aunque mi bicicleta palidece ante estos modelos que rozan los 10.000 euros, me conformo con soñar viendo las competiciones de los profesionales y las bicis que ellos montan.