“¿Voy en chanclas o en zapatillas?”. Son esas preguntas que uno se hace sin pensar demasiado. Al fin y al cabo, qué importa. Pues sí, a veces, importa. Mientras paseaba al lado de la playa, noté un dolor extraordinariamente punzante en la planta del pie: hasta dejé a salir un alarido que asustó a otros viandantes. No, no me habían disparado: me había picado una avispa.
Se ve que al levantar el pie, la avispa se había colado entre la planta y la chancla y al notar que la pisaba se defendió… ocasionándome un dolor tremendo. Me quedé un rato agachado, luego me senté en el paseo de la playa y comprobé como se me enrojecía el dedo y parte del pie. Entonces recordé que ya me había picado una avispa cuando era niño y me tranquilicé: no soy alérgico… ¡pero esto duele mucho!
Mi mujer había visto un consultorio médico al lado, así que decidí acercarme porque hay que tener cuidado si te queda el aguijón y aparte quería saber qué tipo de cuidados debía tener: quedaban muchas vacaciones y ya estaba pensando que se me había acabado la playa. Y allí me quedé en la sala de espera con el pie en alto, observando cómo cogía un color rojo pasión…
Mientras esperaba, las dos mujeres que me antecedían hablaban sobre lo divino y lo humano, hasta que tocaron el tema del cáncer, muy propio ya que estábamos en el médico. Creí entender que una de ellas le contaba a la otra su experiencia con el cáncer de mama. Le habló del mejor hospital oncologico de españa, en el que supuse ella había sido tratada. Hablaba maravillas de aquel lugar y aconsejaba a la otra mujer que pidiera una cita. La mujer que escuchaba tampoco parecía muy preocupada, así que supuse que la cita sería para una tercera persona que no estaba presente.
Al final, se cansaron de hablar del mejor hospital oncologico de españa, y se fijaron en mí. Y tuve que contarles toda la historia. Me dijeron que aquello no era nada, entre risas. La verdad es que me relajaron un poco. Efectivamente al día siguiente el pie mejoró y pude seguir disfrutando de las vacaciones, pero en aquel momento no estaba yo como para bromas.